La reciente lluvia puso en evidencia un problema que, hasta ahora, había pasado inadvertido: los decks o plataformas elevadas que la municipalidad autorizó a comercios, especialmente gastronómicos, están obstruyendo el escurrimiento del agua, complicando la circulación de peatones y generando inconvenientes para automovilistas.

Estas estructuras, instaladas sobre la calle, han demostrado ser un obstáculo para el correcto drenaje del agua pluvial. Durante el último temporal, quedó al descubierto cómo el líquido se acumula alrededor de estas plataformas, generando charcos que dificultan el tránsito de los peatones, quienes se ven obligados a sortear el agua estancada o, en muchos casos, a caminar por la calle, exponiéndose a situaciones de riesgo.

La pregunta que surge es si este detalle fue considerado cuando el municipio autorizó la instalación de estas plataformas. Si bien los decks representan una ampliación del espacio útil para los comercios, permitiéndoles aumentar su capacidad de atención al público, parecen haber sido diseñados sin tener en cuenta su impacto en el espacio público. No solo afectan a los peatones, sino también a los automovilistas, quienes ven reducido el espacio disponible para estacionar, ya que estas estructuras ocupan parte de la calle.

Mientras los comerciantes disfrutan de un beneficio claro, la ciudadanía enfrenta las consecuencias. El agua estancada no solo es un problema de circulación, sino también un foco potencial de insalubridad. Además, la reducción de espacio para estacionar agrava los ya conocidos problemas de tránsito en la zona.

Es momento de preguntarse si estas autorizaciones fueron evaluadas en su totalidad, considerando no solo los intereses de los comerciantes, sino también el bienestar de los vecinos y la funcionalidad del espacio público. La lluvia ha dejado en claro que, en este caso, el beneficio de unos pocos puede convertirse en un problema para muchos.